En el mundo del envasado, hay un elemento tan común que pocas veces se valora su historia: la tapa. Aunque hoy en día existen cientos de diseños y materiales, la primera tapa moderna surgió en 1856 y marcó un antes y un después en la forma de conservar productos. Estas primeras tapas eran de metal, fabricadas principalmente con hierro o estaño, y su propósito era sellar frascos de vidrio utilizados para conservar alimentos. En aquella época, la necesidad de extender la vida útil de los alimentos sin electricidad ni refrigeración llevó a soluciones prácticas, y una tapa hermética era la clave para lograrlo. Este avance no solo facilitó el almacenamiento seguro de productos, sino que también impulsó la industria alimentaria, farmacéutica y química. Desde entonces, las tapas han evolucionado en materiales, mecanismos y aplicaciones, pero el objetivo sigue siendo el mismo: proteger el producto. En BARBERENA, continuamos desarrollando soluciones que cumplen con los más altos estándares de c...